lunes, 19 de noviembre de 2007

La mano humana

Un paso más sobre sus manos, sobre el sudor, sobre la conciencia materializada. Cada uno de mis pies pisa a cada momento un pedacito de la vida de alguien más. Un lapso de tiempo, el instante o la eternidad que supuso crear. Crear: un idea, una imagen, una calle, una sábana, una birome, un significado, un techo, una baldosa, una cámara... Hoy me pregunto, en esta inmensa soledad cibernética: ¿Cuánta gente hay a mi alrededor? ¿Cuánta esencia hay de cada uno de esos obreros, científicos, empresarios, investigadores, inventores en este pequeño espacio en que hoy me paro? ¿Cuánta potencialidad hay de que estas palabras sean más que esto que escribo? ¿Por qué en un mundo tan repleto, tan necesariamente interrelacionado, nos sentimos solos, distintos, apartados? Si es imposible no estar contaminado de humanidad, de sociedad, de saberes. Cuantas cosas que no sabemos cómo son, cuantas cosas que no conocemos (que están ahí enfrente, bajo cualquier plástico). La despreocupación frente al sistema que hace andar cada uno de los relojes, la poca importancia que le damos a la gente involucrada en tu/ en mí (super)vivencia. Por qué no les damos las gracias al que hizo posible la cama dónde dormís, el techo que te refugia, el libro que te libera, la silla en que te sentás. Y ahora al revés, ¿qué es lo que estamos haciendo en función de alguien más? ¿Cuánta repercusión tenemos el uno sobre otro? Es hora de darse cuenta que esta soledad está un poco abarrotada.

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